domingo, 10 de agosto de 2014

Una psicóloga extrema


Una psicóloga extrema
Una aproximación al trabajo con pacientes graves .
Por Sofia Patané.
Marisa Sella es una psicóloga que trabaja en una clínica psiquiátrica en Quilmes. Tiene 44 años y a los 23 empezó a ejercer su profesión. Ha tratado con muchos pacientes que tienen problemas graves.
¿Cuándo empezaste a trabajar en esta profesión? ¿Por qué?
Me decidí a trabajar como psicóloga clínica con patologías graves en el año 1994 porque era lo que me gustaba y justo se me dio una oportunidad cuando me había recibido.
¿En qué consiste tu día de trabajo?
Yo llego a la clínica temprano a la mañana. Lo primero que hago es ver si hay algún ingreso, es decir, un paciente nuevo; y si hay, lo que hago es llamarlos al consultorio y los evalúo, veo por qué vinieron, qué les pasa y a partir de eso, armo una estrategia de trabajo para ayudarlos; además averiguo la situación familiar para citarlos para que vean al paciente lo antes posible. Y si no hay, lo que hago es dividir mi día en dos partes: la primera que consiste en tener entrevistas con familias para darles una devolución: cómo está el paciente en la semana, cómo anduvo, si se están cumpliendo las estrategias de trabajo que yo pensé, y la segunda en que evalúo al paciente para ver cómo ha sido su evolución.
“Quería ayudar a la gente de otra manera, no en el aspecto médico”

Escuché que viste a personas con problemas muy graves. ¿Nos podés contar cómo eran o una anécdota al respeto?
Sí, realmente veo a personas que “son” graves porque, graves pueden ser porque son agresivas, porque están mal, se quieren matar, porque quieren pegar, porque no están bien…  Y también veo a gente que tiene alucinaciones, es decir, personas que, por ejemplo, ven cosas que no existen o que sólo escuchan en su cabeza, voces que le van hablando. Me acuerdo de dos chicos que atendí: uno tenía lo que nosotros llamamos alucinaciones visuales, que era que : veía gente colgada, muerta, en distintos lugares. Donde se movía, veía muertos caminando, incluso cuando yo atendía, él me decía que había un muerto sentado al lado mío. O, por ejemplo, otro chico que estaba tan mal que no podía diferenciar si llovía. El no entendía qué era la lluvia, no podía comprender. Por ejemplo, salíamos y nos mojábamos y él no podía entender qué era eso que caía del cielo y que lo estaba tocando y si era mojado o no mojado.
¿Atendés a chicos, a adolescentes, a personas adultas y/o a personas de mayor edad?
Trabajo con todas las edades, con chicos en minoridad, e incluso trabajo con gente de mayor edad.
¿Cómo te diste cuenta de que sos buena en este trabajo?
Me formé mucho para trabajar de lo que hago y estudié mucho y, como me gusta, pude combinar esas dos cosas. Además me divierto.
¿Tuviste algún familiar que es o fue psicólogo y querías hacer lo mismo que él?
No, yo soy la primera psicóloga en la familia, la carrera la elegí yo. Al principio me gustaba más la medicina y trabajar con chicos “chicos”, pero después me di cuenta de que no era lo que realmente quería hacer: quería ayudar a la gente de otra manera, no en el aspecto médico (hace gestos con la mano como si estuviese eligiendo), y bueno fue así cómo elegí la carrera.

Estas profesiones de riesgo no son para cualquiera, pero por suerte, siempre existe gente como Marisa Sella que se anima a trabajar de esta profesión tan especial.