Una
psicóloga extrema
Una
aproximación al trabajo con pacientes graves
.
Por Sofia Patané.
Marisa Sella es una psicóloga que trabaja en una clínica
psiquiátrica en Quilmes. Tiene 44 años y a los 23 empezó a ejercer su
profesión. Ha tratado con muchos pacientes que tienen problemas graves.
¿Cuándo empezaste
a trabajar en esta profesión? ¿Por qué?
Me decidí a trabajar como psicóloga clínica con
patologías graves en el año 1994 porque era lo que me gustaba y justo se me dio
una oportunidad cuando me había recibido.
¿En qué consiste
tu día de trabajo?
Yo llego a la clínica temprano a la mañana. Lo primero
que hago es ver si hay algún ingreso, es decir, un paciente nuevo; y si hay, lo que hago es llamarlos
al consultorio y los evalúo, veo por qué vinieron, qué les pasa y a partir de
eso, armo una estrategia de trabajo para ayudarlos; además averiguo la situación familiar para citarlos para
que vean al paciente lo antes
posible. Y si no hay, lo que hago es dividir mi día en dos partes: la primera
que consiste en tener entrevistas con familias para darles una devolución: cómo
está el paciente en la semana, cómo anduvo, si se están cumpliendo las estrategias
de trabajo que yo pensé, y la segunda en que evalúo al paciente para ver
cómo ha sido su evolución.
“Quería
ayudar a la gente de otra manera, no en el aspecto médico”
Escuché que viste
a personas con problemas muy graves. ¿Nos podés contar cómo eran o una anécdota
al respeto?
Sí, realmente veo a personas que “son” graves porque,
graves pueden ser porque son agresivas, porque están mal, se quieren matar,
porque quieren pegar, porque no están bien… Y también veo a gente que tiene alucinaciones, es decir,
personas que, por ejemplo, ven cosas que no existen o que sólo escuchan en su
cabeza, voces que le van hablando. Me acuerdo de dos chicos que atendí: uno tenía lo que nosotros llamamos alucinaciones
visuales, que era que : veía gente
colgada, muerta, en distintos lugares. Donde se movía, veía muertos caminando,
incluso cuando yo atendía, él me decía que había un muerto sentado al lado mío.
O, por ejemplo, otro chico que estaba tan mal que no podía diferenciar si
llovía. El no entendía qué era la lluvia, no podía comprender. Por ejemplo,
salíamos y nos mojábamos y él no podía entender qué era eso que caía del cielo
y que lo estaba tocando y si era mojado o no mojado.
¿Atendés a
chicos, a adolescentes, a personas adultas y/o a personas de mayor edad?
Trabajo con todas las edades, con chicos en minoridad,
e incluso trabajo con gente de mayor edad.
¿Cómo te diste
cuenta de que sos buena en este trabajo?
Me formé mucho para trabajar de lo que hago y estudié
mucho y, como me gusta, pude combinar esas dos cosas. Además me divierto.
¿Tuviste algún
familiar que es o fue psicólogo y querías hacer lo mismo que él?
No, yo soy la primera psicóloga en la familia, la
carrera la elegí yo. Al principio me gustaba más la medicina y trabajar con
chicos “chicos”, pero después me di cuenta de que no era lo que realmente
quería hacer: quería
ayudar a la gente de otra manera, no en el aspecto médico
(hace gestos con la mano como si estuviese eligiendo), y bueno fue así cómo
elegí la carrera.
Estas profesiones de
riesgo no son para cualquiera, pero por suerte, siempre existe gente como
Marisa Sella que se anima a trabajar de esta profesión tan especial.